Desde mi ventana
veo la vida pasar… Veo a la gente abrigarse cada día más, señal inequívoca de
que es tiempo de frío, de castañas, de mantita, y sofá… de café con leche y
“tele dormidera”…
Desde donde estoy veo el edificio de en frente con sus dueños
que van del salón a la cocina y de la cocina al salón, mientras la señora de la
limpieza, va dejando los cristales impolutos, las alfombras sin una sola
pelusa, los cacharros de la cocina brillantes…Esas cosas se ven desde mi
ventana aunque uno no quiera…Desde mi ventana escucho las conversaciones de la
gente aunque uno no quiera
escuchar.
Desde mi ventana también veo un piso de persianas bajadas con un cartel de
“se vende”. Todas las persianas bajadas menos la del salón que permanece día y
noche abierta; sé que hay alguien porque al llegar la noche se enciende una luz
que ilumina el salón; un baile de luces
en el espacio en el que puede posarse mi vista, indican que un televisor encendido
acompaña su soledad: testigo inanimado de su pasar diario, al que seguramente
el dueño mirará sin ver, entre papeles y facturas… Desde donde estoy sigo el
día a día de su imaginaria vida; de ese transcurrir que yo me invento, en el
pasar del tiempo: tú no te figuras que hay alguien al que de alguna manera le
preocupas: ¿cómo te encuentras?…que ese alguien ha forjado de tu vida una
historia muy particular.
Y sigo en la
ventana; esa ventana a la que le hace falta un buen repaso de trapo y de
cristasol, pero a la que dejo vestida de polvo por
sentirme arropado, consciente de que puede haber alguien que vea mi vida pasar,
como yo veo la de los demás.
Salah Selmane
No hay comentarios:
Publicar un comentario