El 20 de abril de 2016, me
levanté, me lavé y empecé a vestirme y después me hice la cama. Ya en la cocina
comencé a desayunar, mirando por la ventana.
Veía
los coches pasar, la acera, el paso de peatones, los árboles floreciendo. En el edificio de
enfrente hay un señor poniendo una esquela en la pared. De repente mi mente se
puso a pensar en la cita que tenía esa misma tarde con una persona que acababa
de conocer, y que aún no sabía que iba a ser la mujer de mi vida.
De los nervios que tenía me
pasé la mitad del día en el baño, en cuanto la vi se me pasaron los nervios,
porque pensaba que no iba a aparecer. Pero ahí estaba ella más radiante que
nunca, y desde ese día cada día a su lado es mejor al anterior.
JUAN ANTONIO FRAILE MIJANGOS
Un pequeño truco: cuatro ojos ven más que dos ;)
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