Yo, cuando miro por mi ventana, veo a un vecino que siempre
fuma en su balcón. Y tengo una vecina que cuando me ve, se enfada y rápidamente
cierra su ventana. Mi hijo y yo vemos a un hombre que silba a su nieto, pero
este hombre me enfada. Él, siempre, tiene una hora fija a la que silba, y su
nieto viene a la ventana con su abuela, y se pone muy contento. Luego el hombre
se pone a gritar, y yo acuesto siempre a mi hijo a la misma hora a la que viene
ese señor.
Cuando estoy con mi hijo en el balcón, se pone a gritar a
quien pasa por allí, y se pone muy contento cuando la gente le mira. Se ríe
mucho, y la gente le dice “hola” y él les hace “adiós” con las manos. Yo soy
feliz, cuando veo que él es feliz.
Florina
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