Mirando desde mi ventana, puedo
ver en la parte superior del paisaje, una montaña que esta partida en dos por
las obras del tren de alta velocidad.
En la falda de la montaña,
observo, como con el paso de los años cada vez van poblándola más con
pabellones y empresas. Rompiendo el paisaje natural y el medio ambiente del
pueblo.
Al pie del polígono, veo un
rio con tantas curvas, que de lejos parece una gran serpiente reptando por la
ladera. El agua tranquila desciende hasta los pies de una carretera fría y
apartada.
Pasan muy pocos coches por
dicha carretera, pero los que pasan son muy variados; grandes, pequeños, largos,
cortos, altos, bajos… y de muchos colores.
Se aprecian unas marcas en
el suelo de una frenada brusca de algún vehículo, son tan negras como el
carbón. Dichas marcas se dirigen hasta un quitamiedos que esta desplazado un
par de metros de su sitio original. Doy por hecho que el
propietario del vehículo que impacto se pasó una larga temporada en el
hospital.
Iñaki Hernández
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